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Veritas Pequecampeón: Lecciones de humildad

17 May

Probablemente no fuera el equipo más alto ni más fuerte. Pero ellos, este grupo de verdaderos monstruitos, ha hecho historia en su Colegio que, por primera vez, ha subido al Podio de la Gran Copa Colegial. Esta generación de jugadores se hizo el pasado martes con el título de Campeones de la Pequecopa a base de lecciones de humildad con las que consiguieron sorprendernos a todos.

Estos chicos se merecen un homenaje, un monumento en la puerta de su pabellón. Ya llevaban años apuntando maneras, demostrando dentro y fuera de la cancha que tienen algo especial. Porque permitidme decirlo, son DIFERENTES. Este equipo ha pasado momentos muy duros desde que se formó, especialmente este año, y sin embargo se han levantado de cada caída, han seguido luchando, entrenando, esforzándose esperando que llegara su momento, que la Pequecopa… LLEGÓ.

Su paso por esta Competición es una muestra de todo lo que valen, aunque muchas veces no se lo crean, y también de lo que valen tanto el entrenador que lleva con ellos trabajando toda la temporada manteniendo viva su ilusión, como el que tuvo la oportunidad de hacerlo el martes, transmitiéndoles ese «algo» que cuando te lo da un entrenador, te hace creerte capaz de todo. A veces es difícil mantener la confianza en el equipo y en uno mismo, pero cuando se consigue, no se juega; se vuela. Y esto es lo que hicieron nuestros peques en su paso por la Copa Colegial.

Aun así, lo mejor de todo, o a mi parecer, la clave que les dio la victoria, fuer su entrega, su lucha y su intensidad. A medida que iba pasando el día el cansancio era más notable. Sin apenas tiempo para descansar entre partido y partido, no pasó un momento en el que no presionaran a todo campo asfixiando a los rivales. Potenciaron esta faceta y les llevó a lo más alto. Además, contaron con uno de ellos, que determinó tanto su pase a la final como la victoria definitiva, con un tiro libre marcado en la muerte súbita en la primera, y una canasta en los últimos 10 segundos de la segunda que les puso por delante en el marcador. Una alegría también para él, por ser uno de esos jugadores que siempre están, que no se quejan, que no faltan y que se entregan. Eso sí, tiene una gran suerte, y es poder contar con un equipo que segundo a segundo se dejó la piel en la cancha.

Todos los que hemos tenido la oportunidad de compatir con ellos algún momento, no pudimos evitar desbordarnos de emoción al verles ganar, pero sobre todo, por la manera en que lo hicieron. Ya podía haber un jugador que les sacara a todos una cabeza que no por ello dejaron de luchar por cada rebote. Esto es lo que en definitiva marca la diferencia en la vida, ser capaz de enfrentarse a todos los retos y problemas que se nos quieran poner por delante. Nunca hay que bajar la cabeza, porque al final, todo llega.

Enhorabuena a este Alevín Masculino de VERITAS que sin duda ha marcado un antes y un después en el Baloncesto del Colegio aunque ellos todavía no lo sepan. Enhorabuena a sus padres, que tampoco se perdieron la ocasión y animaron todo el tiempo. Ellos también forman parte del equipo y su apoyo también ha sido determinante e incondicional. Enhorabuena a los entrenadores que ahora más que nunca deben disfrutar de sus enanos. Y enhorabuena sobre todo a ellos, porque se lo merecen.

Para mí, la esencia de haber llegado tan lejos ha sido esa humildad con la que partido a partido fueron sorprendiéndose y creciéndose. La humildad con la que no mirar a nadie por encima del hombro, pero tampoco por debajo. Centrándose en ellos mismos, y sobre todo creyendo. Porque esa fe en tu equipo, es la que te hará llegar a donde quieras.

No puedo pasar pasar por alto tampoco sus palabras al recibir el trofeo. Se acordaron de todos. Y con él, nueva lección de humildad para todos.

Se quedan cortos los aplausos, y se quedan cortas las lágrimas de emoción.


«Yo también llevo toda la vida jugando al baloncesto, así que lo entiendo»

26 Abr

De todas y cada una de las personas que habitan este mundo todos somos increíblemente diferentes y eso es lo que nos hace a la vez tan especiales y únicos. Sin embargo, lo mejor de todo esto, es descubrir que tenemos en común con los demás muchas más cosas de las que nos creemos. Una de las virtudes de este deporte es que te permite conectar rápidamente con la gente que comparte tu pasión por él aunque apenas no les conozcas. Es así, puedes necesitar apenas 5 minutos para entablar conversación con una persona que acabas de conocer. 5 minutos que tardas en preguntar «¿juegas al baloncesto?» y que te responda que «sí». 5 minutos para saber que os une algo muy fuerte; haber crecido de la mano del mismo deporte.

Incluso con personas con las que quizás desde un principio no te imaginabas tener nada en común, de repente llega y te dice que entiende de lo que estás hablando cuando comparas el baloncesto con un ámbito de tu vida. Así es como ocurre, así es como conectas, y así es como te sientes identificado.

Por qué tu entrenador puede cambiarte la vida

17 Abr

En el baloncesto, como en todo, existen personas que pueden cambiarte la vida. Gente que te ayuda a ver las cosas de otra manera, y con ello, te hace creerte capaz de cualquier cosa. Quizás entonces para ti entrar a canasta era una tarea pendiente, pero ahora, cuando los problemas han cambiado de entorno y de dimensión, es la misma voz la que desde el banquillo de tu propia vida te sigue animando para que nunca dejes de intentarlo. Es así, este deporte nos envuelve a todos con su magia y hace que todos los vínculos que en su día os unieron, hoy sigan siendo tus alas para seguir aprendiendo a volar más alto y batir a cualquier rival cada día.

De todos los entrenadores que podrás tener a lo largo de tu vida, únicamente recordarás a unos pocos. Puede que aquellos con los que llegaste más lejos sean en principio los más fáciles de llevarte de regalo en la pizarra de tu memoria. Pero solo los mejores harán posible que en vez de recordar esa medalla que te colgó del cuello en la final, sonrías cuando revivas el momento en el que le manteaste y sentiste como sustituía el miedo por la emoción del momento. Un buen entrenador confía en ti, hasta en tus peores días. Te da las herramientas pero también la libertad para que las uses cuando estés preparado. Sólo él entenderá que en un partido seréis capaces de hablaros sin pronunciar una palabra. Tendrá paciencia y te esperará, mientras te sigue enseñando. Él dará siempre la cara por ti, hasta cuando todos se pongan en tu contra. No solo estará a tu lado sino que te tenderá su mano y te recordará las reglas del juego una y otra vez para que seas siempre consciente de tus posibilidades.

Sólo por él cogerás cariño a cantantes que jamás pensaste que acabarían en tu lista de canciones más escuchadas del iPod. Sólo por él te emocionarás  al recordar el día de vuestra despedida; una noche bañada de lágrimas que tú decidiste llevarte a casa porque sabías que como empezaras, no ibas a poder acabar. Pasará el tiempo y tendrás que empezar nuevos ciclos con nuevas jugadas, pero en el fondo la suya siempre estará en tu cabeza. Y cada día que vuelva a apoyarte en la grada le sentirás tan cerca como cuando para ti todo el pabellón se quedaba en silencio mientras él guiaba todas y cada una de tus acciones; sonrisas incluidas. Sólo alguien como él te regalará esa camiseta que aunque pasen los años y cada vez se te vaya quedando más pequeña te empeñarás en seguir poniéndote porque te recordará esa etapa de tu vida, en la que lucías el nombre de tu equipo en la espalda.

Sólo alguien como él apostará por ti de esa manera para, probablemente, toda tu vida. Porque darán los tapones que te pongan, él siempre te hará sentir que eres el más grande.